Habitación 213 [Genevieve]

Miré mis piernas, ahora tapadas por las sábanas del hospital. Con una mano las aparté y vi la enorme escayola que me habían puesto en la zona alta de la pierna. Hice una mueca, dos semanas sin poder andar. Y las clases al carajo. Estaría en casa todo el día yo sola, y volvería a la depresión de la muerte de mi madre.

Volví a taparme y lo miré, aún con la cara descompuesta por mis pensamientos.

-¿Tú... vendrías a mi casa?-dije con los nervios a flor de piel.

Asentí con una sonrisa mientras le acariciaba la mano.

-Lo que no se cuando te daran el alta. - le respondí, esperaba que pronto. - Oye ¿tu crees que tendrias que llamar a tu padre para avisarle o ya le contamos cuando te lleve a casa? - me callé un momento al un pensamiento bloquear mi mente. - Por cierto, no le cuentes a tu padre nada sobre vampiros ni licántropos si no quieres que te ingresen es un hospital... más especial... - terminé la frase con una sonrisa.

Miré su mano acariciando la mía con una sonrisa.

-Quieren que pase la noche en el hospital, mañana podré volver a casa.-respondí recordando lo que me había dicho el médico.-¡Mi padre! ¡Oh, John, lo había olvidado!-me llevé una mano a la frente.-Bien, bien.-me tranquilicé.-Él no volverá a casa hasta la madrugada, hay tiempo aún para contarle las cosas.

Suspiré, pensando en qué diría mi padre si le contase lo que realmente había sucedido.

-Si hiciera eso pensaría que mi tía me ha influenciado con sus paranoias, ella sí cree en vampiros, ahora sé que tiene razón.-dije cambiando mi cara a la tristeza.-Lo que no entiendo es... ¿Por qué aquel vampiro estaba tan tranquilo siendo de día?-le pregunté.

Reí ante su pregunta, le había influenciado las historias antiguas... Pobres humanos normales y corrientes...

-Pues porque los humanos tendeis a tergibersar las cosas... - le respondí entre risas. - Los vampiros no se mueren de día, lo único que pasa es que si les da la luz del Sol su piel brilla y parece como incrustada en diamantes. Por eso se ocultan, porque se sabria que son diferentes. - le expliqué. - Es como que los licántropos no nos convertimos con la luna llena, sino cuando nos enfadamos. Y lo nuestro es genetico, no podemos "convertir" a nadie con un mordisco.

-Estaría bien que me dieras un mordisco.-ironicé. Después de que también lo intentara el vampiro y...-Todavía no me crees cuando te digo que quiso aprovecharse de mí, ¿Verdad?-pregunté mirándolo un momento y luego desviando la mirada a mis piernas otra vez.

Vampiros que brillan al sol, que no se queman pero que brillan... Qué surrealista es todo esto.-pensé.-¡¿Por qué tuvo Carmen que morirse?! ¡Yo seguiría tan tranquila en Texas!-suspiré notablemente.

-Sí, te creo. Hay de todo, incluso vampiros violadores. - le contesté serio mientras me encogia de hombros.

-¿Antes me ha dicho que querian que se quedase toda la noche en el hospital? - pensé mientras recordaba. - Maldita sea, tendré que dormir en este sillón...

[OFF]

Ayuda! Ginny me tiene a punta de pistola despierto T_______T

(Mentira¬¬ Te tengo a punta de lloriqueo xD)

-Y... ¿Por... Por qué tenía que tocarme a mí uno de esos?-dije con la voz quebrada, estaba a punto de echarme a llorar otra vez, pero cerré los ojos con fuerza y apoyé la cabeza en la cama, las lágrimas no salieron, pero los recuerdos volvieron. Me rompió una pierna y me besó para que nadie oyese mis gritos de dolor, me mordió un labio... Tragué saliva con sólo recordarlo.-Te-tengo hambre, Dan...-y justo después de decir eso, me sonaron las tripas.

No le respondí, no me había cruzado con muchos vampiros ni tampoco sabia exactamente como se comportaban.

-Bueno, yo creo que esto le enseñará a Ginny a no caminar sola por bosques... - pensé.

Escuché que tenia hambre y como le sonaron las tripas. Me miré los bolsillos a ver si tenia dinero. Que suerte, tenia unas cuantas monedas.

-Si no te importa quedarte un momento sola... - comencé a decir mientras me levantaba. - Voy a ir al comedor, seguro que hay maquinas expendedoras, de allí te podré sacar algo ¿Alguna preferencia?

La verdad es que yo también tenia hambre, no había almorzado nada. Si me quedaban monedas me sacaria algo para mí.

Me toqué el estómago como si tuviese un bebé allí dentro y me lo froté. Luego miré a Dan e intenté sonreír. Me dolía la cara de cambiar de gesto a cada rato.

-Cualquier cosa que sea de chocolate, por favor.-pedí y en ese momento me salió un gallo en la voz.-Oh.-me tapé la boca y solté una risita.

Le sonreí y, tras despedirme de ella con un beso en la frente, salí de la habitación y me dirigí hacia el comedor. Fue fácil ya que todo estaba señalizado, habia una barra como en los bufets libres y bastantes mesas, también estaban las típicas máquinas expendedoras.

Me dirigí hacia ellas y comencé a mirar las cosas de chocolate que habían, elegí unas barras de chocolate llamadas "twix" para ella, aún me quedaban unas cuantas monedas y miré algo para mi. No me apetecia ningún dulce por lo que me saqué un sandwich de ensalada y mahonesa. También me llegó para sacar una botella de agua pequeña y, con todo esto, me dirigí de nuevo a la habitación.

Sonreí cuando me besó la frente. Luego me quedé sola y suspiré, cerrando los ojos. Sin darme cuenta, me quedé dormida.

Mamá estaba en el bosque conmigo... ¿Mamá? Mamá estaba muerta... Corrí a abrazarla y entonces sentí un escalofrío. Oí una voz a mi espalda y me giré.

-No... No te acerques a ella.-dije intentando que la voz me sonase firme. Él sonrió de aquella manera que yo recordaba y se lanzó contra mi madre, atravesándome a mí como si fuese un fantasma. Mamá gritaba, y yo chillaba que la dejase en paz hasta que me desperté. Me destapé y miré mi pierna.

-Maldita sea...-sollocé. Intenté mover la pierna y cerré los ojos con fuerza para aguantar el dolor. Conseguí dejar las dos piernas colgando con un esfuerzo enorme, quería ponerme en pie y largarme de allí, ¡Quería volver a Texas!

Entré a la habitación y vi a Ginny sentada en la cama intentando levantarse. Dejé lo que había comprado sobre la cama, con un gesto rapido y la detuve poniendole mis manos en sus hombros.

-¿Se puede saber que estas haciendo? - le pregunté aunque era evidente...

Justo cuando iba a ponerme en pie, Dan apareció en la habitación y me sujetó por los hombros. Me moví un poco, llorando aún.

-Déjame levantarme, quiero volver a Texas, ¡Quiero irme de este pueblucho, volver a mi aburrida vida en Morganville!-grité removiéndome para que apartara sus manos, pero al final acabé rindiéndome físicamente.

Escuché lo que gritaba Ginny mientras se removia, a cada palabra mi rostro se fue descomponiendo. Cuando terminó se continuaba moviendo para que le dejara. Al final lo hice.

-Pero... pero... ¿Por que? - le pregunté balbuceante, mirando la pared que había detrás de suyo.

-¡Porque odio este lugar! ¡Para empezar yo no quería venir aquí! ¡Hubiese preferido quedarme con mi tía la loca en California!-grité con frustración.-¡Quiero irme, pero no puedo, ¿Sabes por qué?!-me quedé en silencio y aparté la mirada, dirigiéndola al suelo.-Porque te quiero.-dije en voz baja.

Escuché lo que me dijo y me alivié. Con mi mano en su mentón le levanté la cara, para que me mirase.

-Yo tambien te quiero. Y si te fueras me moriria. - le respondíñ.

Tiré un poco de su ropa sin mucha fuerza y lo abracé lo más fuerte que pude. Suspiré, me sentía atada a Forks ahora.

-No pienso dejar que te mueras.

La abracé y no le dije nada. Pensaba protegerla de todo peligro. No iba a dejar que ningún vampiro se le acercase mientras yo estuviera cerca. Iba a dar mi vida por ella...

-Bueno... - le dije mientras cogia la barra de chocolate. - ¿Un twix? - le pregunté con una media sonrisa.

Intenté sonreír y lo conseguí, no sin gran esfuerzo. Vi la chocolatina y la tomé con ganas.

-Muchas gracias.-dije sin perder la sonrisa y empecé a quitarle el envoltorio para luego comer. Qué bueno...

Me senté a su lado y abrí mi sandwich, para luego comenzar a comer. No estaba muy bueno, no me gustaban los sandwiches frios, pero es lo que tienen estas máquinas... Cogí la botella de agua pequeña y se la enseñé.

-Solo me ha llegado para una pequeña. La tendremos que compartir. - le dije después de tragar mi trozo de sandwich. - Espero que no seas escrupulosa. No tengo ninguna enfermedad. - reí.

Sonreí con cansancio.

-No seré escrupulosa, algún día me vas a besar, ¿No?-al decir esto no pude evitar sonrojarme pero, gracias a mi piel oscurita, no se notó. Bajé la mirada con una sonrisa.-De todos modos, no te quitaré agua, los del personal del hospital me darán de comer.

Me encogí de hombros dando otro bocado a mi sandwich.

-Cuando se te cure el labio seguramente. - le contesté y luego puse cara de pez, divertido. - No soy un pez para necesitar tanta agua. - le contesté cruzandome de brazos, mostrando falsa indignación.

Sonreí cuando dijo lo primero y luego empecé a reírme mucho al ver la cara que puso, hacía tiempo que no me reía tanto. Pero fue tal la forma en que me reí que sentí un latigazo en el labio.

-¡Ay!-exclamé llevándome los dedos a la zona dolorida, me habían dado dos puntos allí. Cerré los ojos hasta que el dolor cesó.

Me sobresalté al escuchar su quejido y luego miré que le había pasado.

-¿Que pasa? ¿Estas bien? - le pregunté, preocupado. Entonces me percaté que le habían puesto puntos en el labio ¿Como no me pude dar cuenta? Menos mal que me habia acordado y no la había besado antes...

-Estoy bien, estoy bien.-cerré los ojos con más fuerza. Miré mis dedos y respiré hondo cuando vi que no había sangre en ellos.-Estoy hecha una mierda.-mascullé mirando al frente. La puerta se abrió y entró una enfermera-o una auxiliar-con una bandeja enorme en la mano.

-Señorita Waltz,-sonrió.-espero que se encuentre mejor. ¿Dónde quiere que le deje esto?

-¿Es comida?-pregunté, parecía desesperada.

-Sí, es su cena.

¿La cena? ¿Tan tarde era? Suspiré.

-Me gustaría cenar ya.-la enfermera asintió y puso la bandeja sobre la mesa, ésta la trajo hasta mí. La muchacha sonrió y se dio la vuelta.

-Buen provecho.-dijo y cerró la puerta. Yo le quité la tapa a la bandeja e inmeditamente después la tapé otra vez haciendo una mueca de desagrado.

-Qué asco.