Habitación 213 [Genevieve]

Reí ante la mueca que hizo Ginny.

-Es lo que tiene la cena del hospital. - le contesté aún sonriendo. - No sé, en los hospitales me da la impresión de que los pacientes, si no se mueren, los quieren matar con la comida...

-Comida asesina... - pensé con una media sonrisa mientras en mi mente me imaginaba un muslo de pollo con un cuchillo.

Fruncí el ceño y aparté la mesa. Malditos hospitales. La comida era tan apetitosa como una piedra del camino, el sistema era pobre, sufrías más que estando enfermo, los médicos eran unos negligentes, y si entrabas sano al hospital, corrías el riesgo de salir muy mal.

-Yo maldigo a los médicos.-mascullé cruzándome de brazos, con cuidado de no arrancarme la aguja que tenía clavada en una mano y que ahora me estaba empezando a hacer sentir molesta.

Creía que exageraba, no había llegado a ver la comida pero tan mala pinta no podria tener.

-Seguro que exageras, no puede... - le comencé a decir mientras quitaba la tapa de la bandeja, al instante la tapé. - Vale, no exageras. Parece una pelicula en blanco y negro. - puse una mueca de asco.

Lo miré con gesto de desagrado y luego desvié mi vista hacia otro lado. La comida era asquerosa, sí, y además yo era muy remilgada en ese sentido, sólo me gustaba la comida que hacía mi madre y lo que hacía yo, nada más. Suspiré.

-La comida es lo de menos, Dan. No he dicho nada de los hospital, odio a los médicos.

La miré extrañado ¿Que razón tenia para odiar a los médicos? No sabia exactamente si preguntarle.

-Em... ¿Por que? - le pregunté algo temeroso de que sus recuerdos le hicieran daño y rompiese a llorar.

¿Por qué? Por lo de antes, porque son negligentes.-pensé. No respondí enseguida y me quedé mirando la pared que tenía en frente.

-Ellos mataron a mi madre.-dije con tono sombrío y amenazador que si hubiesen usado conmigo me habría asustado.

Parpadeé un par de veces al escuchar aquello. Sorprendido.

-No creo que la mataran los médicos. Ellos lo que harían seria ayudarle ¿no crees? - intenté animarla o, al menos, convencerla de que los médicos no tenian ninguna culpa.

En ese momento me alteré más de lo que hubiese deseado.

-¿Ayudarla?-repetí en un bufido.-¡Ayudarla!-exclamé indiganada.-¡Ellos no querían ayudarla, sólo querían librarse de ella, quitársela de encima, y al final lo lograron!

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