Inspiración (Alexander)

Aquel día me encontraba bastante activa, y optimista. Desde la noche anterior había estado pensando en uans canciones muy animadas y me estaban gustando. Las letras eran un poco para mandar a los falsos a la mierda, pero en plan de buen rollito.

Salí de mi casa con la guitarra acústica enfundada a la espalda, con un cuaderno y un boli en el bolsillo pequeño de la funda. Me encontraba bastante alegre, así que fui con paso firme y decidido al bosque. Quién sabía si iba a estar sola o qué, o si me encontraría de nuevo con Kate. Estaba ansiosa por verla y quería enseñarle las canciones que había compuesto y que estaba a punto de apuntar en un papel.

Llegué a una zona con helechos y allí me senté, animada. Desenfundé la guitarra, saqué el boli y el cuaderno y comencé a tocar unos arpegios que había imaginado que sonarían bien.

Puta existencia. Necesitaba divertirme de alguna manera y, como no tenía sed, podría hacerlo perfectamente. Tenía que buscar una víctima que aguantase el tiempo que yo necesitara para pasarlo bien.

Me adentré en el bosque, seguramente allí habría algún excursionista o un inepto humano que tendría la mala suerte de encontrarse conmigo. No me equivoqué, justo al mismo tiempo llegaron hasta mí el sonido de una guitarra y un buen aroma.

Me acerqué rápidamente y me quedé mirando a lo que era una joven humana con una libreta, un bolígrafo y una guitarra.

- Donde está ese mi, deberías poner un la.-aconsejé.- Sonaría mejor.

Había puesto bastante parte instrumental de mi canción y estaba sumida en mi pequeño pero amplio mundo de la música cuando escuché una voz nueva. Era algo grave, pero tenía algo de gracia a la vez.
Alcé la mirada para encontrarme con un hombre moreno de ojos verdes. Esa mirada inquietaba mucho, pero decidí no darle importancia.

- ¿Un la? -Repetí y posicioné la mano del mástil en un la. Repetí en un momento el compás y sonreí ampliamente.- Sí, es verdad, un la suena mejor. -Dije en tono animado.- Gracias.

Una humana a la que le gustaba la música y además componía, sería una lástima tener que acabar con ella.

Sonreí de forma torcida mientras me acercaba a la chica y le tendí la mano a modo de saludo, el juego podía alargarse un poco y yo me divertiría durante más tiempo. ¿Por qué asustarla tan pronto?

- Alexander Jayden Evans.-me presenté aún sin perder la sonrisa.

Quedé algo encandilada cuando sonrió. La verdad era que no había visto a una persona tan bella físicamente desde que conocí a Kate, que parecía que habían sido esculpidos por alguna divinidad.
Me levanté cuando se acercó, dejando la guitarra apoyada en el tronco del árbol que tenía detrás.

- Evelyn Nicholls. -Me presenté y le estreché la mano.

No solo se me heló la mano al estrecharle la suya, sino también la sangre. Él... estaba frío... y duro... como Kate...
Tragué saliva, intentando no evidenciar el miedo en el exterior. Con razón él era tan perfecto. Era un vampiro, y yo seguramente sería su presa. ¿Y si se trataba del vampiro violador del que me había hablado Ginny? ¿Y si me iba a pasar lo mismo que a ella? No, desde luego que no iba a correr su suerte. Seguro que a mí me mataría.

Joder, se ha dado cuenta del frío de mi mano.

Empezó a pensar como una loca y, a parte de la aceleración de los latidos de su corazón, escuché ''vampiro violador'' y ''Ginny''. ¿Ginny? ¿Genevieve? Tenía que ser aquella humana, aquel nombre no era muy común.

Me mantuve tranquilo exteriormente, así que Genevieve le había hablado de mí a aquella humana, de que era un violador.

- ¿Te ocurre algo?-pregunté como si nada.

Al final no pude contenerlo y le miré con sorpresa.

- ¿Te parece normal esa pregunta? -Inquirí, acelerada.- ¿Te parece normal preguntarle eso a una persona a la que estás a punto de merendarte? -Casi comencé a reírme como si estuviese loca por ese comentario. No era nada normal decir eso pero... ¿acaso en aquel pueblo quedaba alguien normal?

No veía buena idea encararme al vampiro, pero ya que me iba a matar, iba a morir con la decencia bien alta.

No me sorprendió demasiado su reacción. Enarqué una ceja y me eché a reír a carcajadas.

- No me parece normal, sino divertido.-dije mientras sonreía mostrando mis dientes.

No esperé más, ya que me había descubierto, y la empujé por el pecho hasta atraparla contra un árbol.

- Bien... ¿Qué podría hacer contigo para empezar?-me pregunté en voz alta con aspecto pensativo.

Sentí cómo los pelos se me ponían de punta al escucharle reír de aquella forma, y luego lo que dijo... acojonaba de verdad.
No parecía querer andarse con chiquitas, en seguida me estampó contra el árbol de detrás y me sentí muy cohibida por ello. Él era más alto que yo, y más fuerte, por supuesto. Más veloz... vamos, que estaba perdida. El optimismo se fue a la mierda.
Eso me recordó... ¡mi guitarra!
Desvié la mirada unos segundos hacia mi guitarra y suspiré al encontrarla en buen estado. Quizás era de locos pensar en una simple guitarra antes que en mi propia vida, pero era un recuerdo de mi padre, y quería que eso siguiese al menos de una sola pieza.

Sus pensamientos se desviaron a su guitarra, y su mirada también. Miré hacia atrás y me quedé mirando el instrumento. Luego volví la vista a la humana y sonreí enarcando una ceja con aire pícaro.

- Te gusta esa guitarra, ¿Eh? ¿Qué pasaría si sufriera algún daño?-pregunté de forma retórica a modo de burla hacia ella.

¿Qué? ¿Cómo sabía él que esa guitarra me importaba? ¿Acaso eso era una habilidad de los vampiros? ¿O simplemente era que yo era demasiado evidente?

- Ni se te ocurra tocarla. -Dije en un tono tajante pero temeroso a la vez. Seguramente aquel vampiro imbécil y kamikaze se pondría a romperlo o a hacer cualquier gamberrada con él solo para fastidiarme, así que, sin apenas darme tiempo a pensarlo, me escabullí del vampiro rápidamente y agarré la guitarra por el mástil para huír de allí. Pero... era una tontería huír. ¿Adónde iría? Si iba a mi casa pondría en peligro a mi hermana y a mi madre, si iba a Forks pondría a todos en peligro...

- ¡Kate! -Grité al fin, pidiendo ayuda y probando suerte.- ¡Katherine!

Puse los ojos en blanco.

- Joder...-dije antes de ponerme delante de ella en un abrir y cerrar de ojos. La empujé tirándola al suelo y cogí la guitarra, arrebatándosela de la manos.- Estate quieta de una puta vez.-dije y me quedé mirando la guitarra.- Sería una lástima romper un instrumento tan bueno.-dije y lo dejé apoyado en un árbol.

Me giré hacia la humana, pensativo, Katherine... ¿Sería la misma Katherine que yo conocía? No seguí comiéndome el coco y le propiné una patada en el pecho que no iba a romperle nada, pero sí a causarle un gran dolor.

Solté un respingo cuando le vi aparecer delante de mí y me empujó, haciéndome caer de culo al suelo. No me había dolido, pero me había dejado bastante irritada.
Cogió mi guitarra y no pude evitar poner una cara de espanto. No, ¡no! ¡NO! Que no la hiciese nada...
Justo cuando iba a suplicarle que dejara intacta la guitarra, la dejó él tranquila por sus propios medios. Quizás si alguien pasaba por aquí depués, Ginny por ejemplo, la reconocería y la llevaría a mi casa...
Estaba siendo de lo más negativa, pero es que no creía tener otra alternativa.

Noté una fuerte y dolorosa presión en el pecho cuando aquel maldito loco me dio una patada en el pecho. Me llevé una mano cerrada en frente del mismo y otra mano abierta en frente de mi boca mientras tosía como una loca. Por suerte no había sangre, pero me estaba asfixiando.

- Cobarde... de mierda... -Escupí con una mirada desafiante.

La levanté del suelo cogiéndola por el cuello sin perder la sonrisa.

- ¿Eso crees?-inquirí, aunque no esperaba respuesta. Moví de lado a lado la cabeza y la dejé caer al suelo. Luego pisé una de sus piernas ejerciendo la fuerza suficiente para hacerle daño pero no para rompérsela, aún.

Era una pena no haber podido seguir jugando al buen ciudadano, pero había sido sólo por su culpa, y por culpa de Genevieve. ¿Qué cojones hacía hablando de los vampiros por ahí?

- Sí. -Contesté de la misma manera que antes, cada vez con más odio y asco. Me repugnaba la gente así. No sabía que los vampiros podían llegar a ser tan rebuscados, creía que los carnívoros venían, te hincaban el diente, te mataban y se iban, no sabía que jugaban con sus presas como hacía Alexander.

Me quejé al notar la presión en la pierna.

- ¡Suéltame! ¡Déjame! ¡Vete! -Comencé a gritar cosas sin ton ni son, pero no sabía de dónde había sacado la fuerza para hablar. Sabía que si la presión seguía igual, me partiría la pierna, y no quería acabar como Ginny.

Recordé cómo me la encontré la primera y última vez que hablé con ella y estuve en su casa. Pobrecilla... estaba tan traumatizada, afectada y de todo por el ataque de este maldito loco... ¿acabaría yo igual o no viviría para contarlo?

La miré de forma desafiante, empezaba a cabrearme, ¡¿Por qué pensaba tanto en Genevieve?! Vi en sus pensamientos la imagen de la humana con una escayola en la pierna y el labio cosido. Me estaba volviendo loco haciéndome recordar a Genevieve con todos sus daños, causados por mí.

- Deja de pensar en Genevieve de una puta vez.-mascullé.

Fruncí los labios en un claro gesto de enfado contenido y aumenté la presión sobre su pierna hasta que oí un crac, entonces sonreí con satisfacción.

- ¿Q-qué? -No lo comprendía. ¿Cómo sabía ese vampiro que estaba pensando en Ginny?

Pero... no recibí respuesta. Lo único que recibí fue más sufrimiento, un dolor aún más agudo y punzante en la pierna, un chasquido. Me había roto la pierna y yo lo único que podía hacer era gritar del dolor, agarrándome la pierna con las manos como si con ese simple movimiento pudiese ahogar el dolor.

- ¡Joder, déjame en paz! -Grité con la voz rota por el dolor y unas pequeñas lágrimas saliendo de mis ojos.

Al fin empezaba la verdadera diversión. Ahora tocaba beber un poco, su sangre olía bastante bien.

- Cuando me divierta te dejaré descansar en paz.-dije pateándola de nuevo en el pecho, esta vez no tan fuerte -no quería matarla todavía- y la dejé tirada en el suelo.- Para siempre.-sentencié y me agaché junto a ella para tomarla de la muñeca.- Dime, ¿Dónde prefieres que te muerda?

Comencé a toser de una manera aún más violenta cuando medio más patadas en el pecho. Joder, maldito loco torturador, que bebiese mi sangre y me dejara en paz, ¡no era tan difícil!

- Estás mal de la cabeza. -Dije con la voz muy ronca y apagada de tanto toser. Noté que levantaba mi muñeca para luego preguntarme. Sonreí de forma irónica, pensando que estaba volviéndome completamente loca.- ¿Qué tal si te muerdes a ti mismo y me dejas en paz?

Solté una carcajada ante su estúpida ironía.

- Eso no sería divertido.-respondí pensando que iba a dejar de sonreír muy pronto. Y así fue, no me hice de esperar.

Le apreté la muñeca y se la doblé hacia atrás, haciendo que su hueso diera de sí y se oyese otro crac. El hueso se había astillado y, a consecuencia de esto, su piel se perforó y tuve mi fuente de sangre lista. Acerqué su muñeca a mi boca y empecé a beber.

Solté otro grito, este más agudo y sonó como si me hubiesen pasado por encima con un coche. Joder, me ardía la mano, no podía más... quería que me matara ya y que me dejara... que llevase a cabo ya su ridícula manía de torturar a la gente y me dejase ir en paz. No quería sufrir más...

Sabía perfectamente que, si salía de esta, no podría volver a tocar la guitarra. Conocía a muchas personas que habían sufrido accidentes así y no pudieron volver a tocar y una vida sin música... imposible.

Cómo gritaba, estupendo. Aunque daba la sensación de que ya no podía hacer mucho más, así que decidí acabar con todo. Me separé un poco de ella limpiándome la sangre de la boca con el dorso de la mano y la miré un momento.

Después la agarré por el cuello otra vez y me levanté haciendo lo mismo con ella. La empujé hasta un árbol haciendo que se golpeara en la espalda.

- Ahora te daré lo que estabas deseando.-dije. Puse una mano sobre su hombro y con la otra eché su cabeza a un lado. Acerqué mi cara a su cuello y atravesé su piel con mis colmillos.

Me quejé al notar la corteza del árbol a mi espalda e intenté coger aire sin éxito. La mano del vampiro se cerraba demasiado fuerte sobre mi cuello y además mi corta estatura no ayudaba mucho.
Pataleaba en busca que algo que me ayudara a escapar de él, pero entonces habló, echó mi cabeza hacia un lado y... sentí fuego.

Noté un dolor punzante en el cuello, y luego algo que quemaba como el fuego corriendo furioso por mis venas junto a la sangre, que ahora iba en sentido contrario porque el vampiro la estaba succionando. Me sentía cada vez más débil por la falta de sangre y notaba cómo me pesaban los párpados. Se cerraban poco a poco, como cuando una se muere de sueño, pero yo hacía lo imposible por mantenerlos abiertos.
Desvié la mirada hacia la guitarra y sonreí a medias. Iba a morir, sí, pero quizás me encontrara con mi padre después de todo aquel sufrimiento...

Volvía a andar por el bosque, escuchando musica y tarareando algunas partes de las canciones, cuando de repente sentí una delicioso y conocido olor, La sangre de Evelyn.

Me puse a correr a una velocidad increíble hacia el olor, me quité el Ipod y lo guardé, mientras mis sentidos se agudizaban.
Estaba muy preocupada, desesperada y asustada ¿Que le habría pasado? ¿Porque sangraba? ¿La habría encontrado algun vampiro? Si era esa la situació haría lo que fuera para ayudarla, aunque eso significara liarme a ostias con alguien.

Me faltaba poco para llegar y pude oír el sonido de succión y luego capté el olor de un vampiro que conocía... ¡Mierda! ¿Tendré que pelearme con un vampiro que ha luchado en una guerra? Que mala suerte... Aunque en el fondo deseaba que Alex entrara en razón y no tuviera que luchar contra el.

Cuando llegué donde estaban vi que el la tenía acorralada contra un árbol y que su guitarra estaba tirada en un lado. Eso me hizo enfurecer, porque el había atacado a una pobre chica, que encima me caía bien, y que estaba con la guardia baja tocando la guitarra.

Agarré a Alexander de los hombros y le aparté de ella tirándolo al suelo, me sorprendió que huviera podido hacerlo pero luego recordé que los neófitos tenían mucha fuerza. Después me puse entre el y Evelyn y dije con tono frío- Déjala en paz, ya le has hecho bastante daño - Le había roto una muñeca y una pierna, además la había golpeado y había bebido su sangre.

Aquel frenesí me había despojado de mis sentidos casi por completo, y por eso apenas me di cuenta de que alguien se acercaba hasta que me empujó. Pero me sostuve en el suelo con una mano y me levanté de nuevo sin caer del todo.

Sonreí de forma irónica mirando largamente a Katherine, aquella vampira que ya conocía, y después desvié la vista hacia la humana. ¡¿Por qué cojones me quitaban siempre la comida?! Putos amargados mariquitas.

- ¿Y a ti qué coño te importa? Es mi aperitivo del día y tú no me lo vas a quitar.-dije con tono amenazador.