Leyendo (Evelyn Nicholls)

- A mí no me convenció del todo España, pero sí es cierto que tiene algo de encanto. -Sonreí al notarla un poco más animada, pero em sorprendió cuando habló de su madre en pasado. Decidí no preguntar por si la cagaba, ahora que había conseguido que se animara un poco no iba a cagarla.- ¿Texas? Allí hace mucho calor, ¿no?

-¿Calor? En Texas hace calor. Es como un horno geográfico.-bromeé echándome a reír.-Sí, hace muchísimo calor, el clima es muy seco. Imagínate el frío que estoy pasando aquí después de quince años.-dije, Forks no me gustaba nada, pero ahora me sentía atada al pueblo.

¿Tenía frío? Bueno, sí, para ella era normal. Hablando exageradamente seguro que era como vivir en el desierto y luego vivir en cualquiera de los dos polos.
A mí no me había afectado tanto el cambio, ya que fui de pueblo frío a pueblo frío...

- Y... ¿por qué viniste a Forks?

Mi ceño se frunció y volví a mirar al suelo.

-Em... Las circunstancias... Me han obligado a venir aquí a vivir con mi padre. Aunque antes de venir a Forks, estuve unas semanas viviendo con mi tía en California.-dije mientras hacía cosas con los dedos.

Sentí que ocurrió lo que tanto había temido mientras hablaba con ella: que la había cagado.

- Oh, eh... lo siento, sé que no es de mi incumbencia... -Miré hacia el suelo con vergüenza.

-Da igual, ¿Vale?

¿Por qué demonios la gente se disculpa siempre por tonterías o por cosas de las que no son culpables?-pensé con frustración.

Me levanté del suelo cogiendo mi libro y me dirigí a la casa, tenía sed.

-¿Quieres pasar?-pregunté mirándola.

Me encogí un poco y asentí con la cabeza. Estaba ya más o menos acostumbrada a que la gente me contestara así cuando pedía disculpas, pero aún me chocaba.

- Vale. -Asentí de nuevo y me levanté de las escaleras tras cargar de nuevo mi guitarra. Al final parecía que no iba a componer ese día, pero comenzaba a darme un poco igual. Había conocido a una persona más en Forks y ginny parecía buena persona.

-¿Quieres tomar algo?-pregunté yendo hacia la cocina tras cerrar la puerta. Me serví un vaso de agua del grifo.-Mis cafés con leche son los mejores del país, haré oposiciones para entrar en el Starbucks de Seattle.-bromeé y me eché a reír de buena gana.

Me reí con ella, pero me negué.

- No, lo siento... el café no me sienta bien. -Sonreí.- Me vale con un poco de agua, gracias.

-Humm... Te habría hecho un chocolate, pero bueno.-dije mientras fregaba el vaso que acababa de usar.-¿Sin gas o con gas?-pregunté mientras secaba el vaso.

La idea del chocolate provocó que mi boca se aguase. Si había una de las cosas que más me gustaba en este mundo, era el chocolate. Tan dulce...
Pero no quería molestarle, así que respondí a su pregunta.

- Sin gas, por favor...

Asentí y le serví su preferencia. Empecé a trastear por allí, cogiendo tazas, café, preparando la cafetera, sacando la leche de la nevera. Cuando terminé, había una mezcla de olor a café que me embriagaba y chocolate. Fui hasta la mesa, le dejé una taza -que contenía chocolate- frente a ella y luego me senté.

-Ahí tienes algo de segundo.-bromeé.

Tomé el agua que me sirvió y sonreí.

- Gracias. -Me senté al lado de la mesa de la cocina tras apoyar mi guitarra en la pared y bebí el agua con tranquilidad, pero se acabó rápido. Igualmente me sentí saciada y se agradecía bastante. Aunque Forks fuese un pueblo muy húmedo, a una le entraba sed con nada.

Después Ginny me sirvió otra taza a parte, de la cual pude recibir el olor de su contenido. Me asomé un poco sobre la taza para comprobar que estaba en lo cierto y la miré sorprendida.

- Vaya... ¡gracias! No tendrías que haberte molestado...

Sonreí al ver su reacción.

-Si es que no me ha molestado.-dije quitándole importancia mientras me encogía de hombros. Empecé a beber el café con leches que, medido con la temperatura ambiente, me sentaba bienísimo. Suspiré y miré por la ventana de la cocina.-A ver si viene John.-dije más para mí que para ella. Luego la miré.-Trabaja en la cafetería, le he obligado a pedir el turno de mañana-tarde para que antes de la noche esté aquí.

¿Y para qué le cuentas eso? ¿Para aburrirla?

Sonreí ampliamente y comencé a tomarme el chocolate con cuidado, porque aún quemaba un poco. Escuché lo que Ginny decía y supuse que cuando mencionó a un tal John se refería a su padre. Reí un poco.

- Quieres mucho a tu padre, ¿verdad? -Pregunté, aunque era ridículo. Por supuesto que ella quería a su padre, sino no le habría obligado a coger otro turno.

-Muchísimo.-dije.-Y ahora que sólo me queda él, tengo que cuidarlo como el más preciado tesoro... Parece egoísta, antes de que mi madre...-carraspeé.-También lo quería mucho, pero no sabía que aquí... En fin.

¿Ves? Eso te pasa por largar tantas cosas, acabas metiendo la pata.

Sonreí con nostalgia al escucharle hablar de su padre. Seguramente si mi padre aún siguiese vivo hablaría de él de la misma manera que hablaba Ginny, aunque eso no significa que estando en las circunstancias que estaba no hablaba bien de mi padre, no, quizás hablaba incluso mejor de él. Pero se lo merece...
No llegué a comprender del todo a Ginny, pero pensé que sería mejor no preguntar.

- Lo siento... me siento cotilla.

Negué con la cabeza enérgicamente, otra vez volvía a disculparse por tonterías.

-¿Por qué? Si me da igual, puedes preguntar lo que quieras.-dije con una sonrisa y tomé un buche de mi taza. Yo prefería no preguntar porque siempre acababa metiendo la pata, pero hasta el fondo.

Di un nuevo sorbo al chocolate, aún sin atreverme a preguntar nada, y me deleité con su sabor. Me recordaba tanto a cuando mi padre hacía el chocolate caliente en España...
Intenté buscar alguna cosa para decirle o preguntarle, pero no me salía nada.

-¿Está bueno?-sonreí.

Vaya estupidez que le has dicho, si se lo está tomando es porque sí.
Quizá no quiere hacerme un feo.
O quizá no es eso.

Hice una mueca por mis desordenados pensamientos, un tanto aturdida, no sabía muy bien por qué discutía conmigo misma.

Asentí enérgicamente con la cabeza, sonriéndole de vuelta.

- Sí, está muy bueno. -Dije, y le di otro sorbo. Después me limpié los labios con una servilleta porque se me había quedado algo de chocolate en los labios. Después dejé la taza de nuevo sobre la mesa, mirando el leve movimiento chocolate dentro de la taza con gesto ausente.- Es como el que hacía mi padre... -Susurré más para mí que para Ginny. No quise decir eso, pero no me di cuenta de que lo había dicho en voz alta.

Sentí una punzada en el pecho cuando la escuché hablar. Como el que hacía su padre, hacía...

O su padre ya no hace chocolate, o ya no está, o se ha muerto... Algo me dice que es lo último. Ay madre, ¿Y qué le digo yo ahora?

-El de tu padre seguro que era mejor.

Miré a Ginny con sorpresa y luego caí en la cuenta de que la había cagado... ya había pensado en voz alta de nuevo. Estaba acostumbrada a que nadie me escuchara cuando pensaba en voz alta, porque solía estar sola. Aquella vez se me había olvidado que estaba delante de una persona y miré de nuevo el chocolate, con vergüenza.

- T-todos están muy buenos... -Traté de arreglarlo de alguna forma, sonriendo como pude y volví a beber.

-O-oye.-titubeé alzando una mano hacia ella hasta que acabé acercándome a ella y le puse las manos sobre los hombros.-Sé lo que se siente, ¿Vale? Es-es algo... Horrible, espantoso, y te comprendo.

¿Por qué me pongo a decirle todo esto? Voy a dejar peor la cosas...

-Lo siento.-dije separándome de ella y volviéndome a sentar en mi sitio, mirando mi taza de café con leche.

Negué rápidamente con la cabeza.

- No, Ginny, no tienes que disculparte por nada... no es tu culpa... -Tomé aire.- La culpa es mía por haber dicho eso...