Habitación 237

- ¿Qué? -Solté, confuso. Vamos a ver... estuve a punto de matarla dos veces y ahora ella, según había pensado, padecía el Síndrome de Estocolmo pero... ¿ahora no quería que me fuese? ¿Acaso quería que la matara?

Ya no tenía nada más que decir, por lo que guardé silencio. Tosí otra vez y cogí un vaso de agua que había sobre la mesilla, ni me había dado cuenta de que lo habían dejado allí. Me bebí el contenido y suspiré. Luego volví a mirar hacia la ventana, parecía que no había nada más interesante que los árboles que se veían a través de ella.

Observé que Genevive había ignorado mi pregunta, o la había dejado pasar, pero quería una respuesta.

- ¿Qué quieres decir con que crees que no quieres que me vaya?

-No lo sé, ¿Vale?-dije como a la defensiva volviendo a mirarlo.-No-lo sé...

Me vino a la mente Dan entonces y sentí ganas de llorar.

Fruncí el ceño aún más.

- ¿Es por ese perro? -Dije, refiriéndome a aquel que había dejado bien jodido tirado en el suelo del bosque antes de salir de Forks con Genevieve.- Si por eso no quieres que me vaya no tienes que preocuparte. No le voy a hacer nada. -Ya lo había pensado anteriormente: luchar contra los perros cada vez era más y ma´s aburrido.

-No, no es por eso.-mascullé ante su desprecio hacia Daniel.-Me lo has dicho antes y me fiado de ti, así que no es por eso.

¿Y entonces por qué es?
No lo sé...

- Bueno. -Contesté sin más y me apoyé sobre el respaldo de la silla, con los brazos cruzados y las piernas también.

Entró una enfermera a revisar el estado de Genevieve.

- Genevieve Waltz, ¿verdad? -Preguntó antes de ponerse a revisar el gotero y demás cosas y lo apuntó todo en un cuaderno que llevaba encima.- ¿Cómo estás?

Mi atención se desvió desde él hasta la puerta, que hizo ruido para dejar pasar a través de ella a una enfermera. Tosí otra vez y estornudé.

-Estoy genial.-mentí.-¿Cuándo podré volver a casa? ¿Cuándo traen la comida? Tengo hambre.

Era obvio que la enfermera no era tonta, y se dio cuenta de que ella le estaba mintiendo, como muchos otros pacientes que querían salir en seguida del hospital.

- Te quedarás al menos esta noche aquí, mañana veremos tu evolución y según lo que diga el doctor te irás o no. -Contestó y luego miró el reloj de la habitación.- No te preocupes, la comida vendrá en seguida. -Se giró hacia mí, luego de nuevo a Genevieve y sonrió.- Tienes suerte, si no llega a ser por ese chico quizás te habrías matado en ese río. -Comentó y salió por la puerta.

Me sentí culpable. Y lo era. Esa enfermera no tenía ni idea de que lo que estuvo a punto de acabar con la vida de esa chica fui yo. Solté un suspiro y apoyé el codo en la pierna para después apoyar la cabeza en la mano.

Otra noche en el hospital no...

-Mierda...-mascullé por lo bajo. Fruncí el ceño con lo último que dijo la enfermera.-Sí, quizá hubiera muerto en ese río.-dije. Después se marchó y me quedé mirando la puerta.-Espero que no vuelvas.-dije más para mí que para la enfermera.

Seguí sentado en la misma posición que antes, apretando los dientes.

- Quizás si ese río nunca hubiese existido hubiese sido mejor. -Mierda, ya me estaba poniendo como un maldito emo.

Me pasé la mano por el pelo y luego volví a ponerla en la cabeza, específicamente en la frente y me quedé mirando al suelo.

-Quizá si mi madre no se hubiera muerto yo no estaría aquí.-dije sin mirarlo mientras me recostaba en la cama, acomodándome la almohada.-Estas malditas camas de hospital.-me quejé aporreando la almohada y luego opté por tirarla al suelo y echarme hacia atrás sin nada.-Y encima es que no me puedo mover, ¿No podías romperme un brazo en vez de la pierna?-aún así seguí sin mirarlo, mi vista estaba fija en el techo.

Desvié mi mirada del suelo a Genevieve cuando ésta comenzó a hablar y se puso a moverse de todas las maneras para intentar acomodarse sin remedio. Lanzó la almohada al suelo y yo me levanté lentamente para cogerla del suelo.

- Créeme, un brazo sería peor. -Dije en un tono bajo, pero audible para ella, mientras ponía la almohada encima de una silla que había al lado de la cama.

-Con un brazo me puedo librar de hacer deberes, la cena, fregar, limpiar. Pero puedo moverme y andar, pasear. Pero con una maldita pierna rota...-dejé la frase en el aire, no tenía ganas de seguir hablando de eso. Suspiré y cerré los ojos, pero los abrí de nuevo, por alguna razón tenía miedo de que... Si me despistaba, se fuera a marchar.

- Pues entonces te tocará esperar ahsta que se te cure esa pierna. -Me encogí de hombros.- Ya te buscarás otra forma de librarte de todos esos quehaceres.

Yo, desde luego, no iba a "ayudarle" a librarse de ellos.

-En realidad... Me da igual hacer todo eso, no tengo otra cosa que hacer.-dije y suspiré. ¿Quedar con amigos? No tenía, a excepción de Evelyn, suponía.-Lo único que hago es leer y leer como un rata de biblioteca.-dije.

- Eso antes era algo normal. -Comenté.- Ahora es difícil encontrarse a una adolescente que lea tanto como tú dices. Y no está mal.

-Ya.-dije cerrando los ojos, no lo pude evitar. Estaba tan cansada... Me dolían los ojos. Bostecé sin darme cuenta y el sueño me venció.

-Hola, cariño.
-¿Mamá?
-Sí, mi niña.
-¿Qué haces aquí? Me abandonaste.
-Pero mi amor...
-Déjame en paz, quiero olvidarte.

Alguien apareció en el sueño, el vampiro. Mi madre lo miró, él la miraba a ella y... Tenía la boca ensangrentada. Me toqué la mía y mi mano se llenó de sangre.

- Oh, Dios...

Mi madre gritó y, cuando volví a mirar hacia ella, pude ver que el vampiro se le había abalanzado y le estaba mordiendo el cuello.

- ¡Mamá!- Chillé. El vampiro me miró a mí con unos ojos de loco que me asustaron y en un pestañeo estuvo frente a mí. El escenario cambió, ahora estábamos en el río y yo me estaba ahogando, pero entonces él apareció de la nada y me sacó de allí preguntándome si estaba bien con una sonrisa encantadora. Todo cambió de nuevo a cuando me mordió el labio. Grité y abrí los ojos mientras seguía gritando llevándome las manos a la cabeza. Estaba llorando.

Presencié en sueño de Genevieve como si fuese yo el que lo estaba soñando. No lo pasé igual de mal que la humana, pero me sentí mal. Parecía como si le hubiese dejado mal psicológicamente y encima era el antagonista de sus pesadillas.
Pronto vi cómo unas lágrimas comenzaban a salir de los ojos de Genevieve y me acequé a ella con cuidado para despertarla, pero entonces lo hizo ella misma.
No sabía qué decirle...

Me sobresalté cuando lo vi tan cerca pero luego me tapé la cara con las manos.

-¿Por qué? ¿Por qué me pasa esto a mí?-dije más para mí misma que para él en medio del llanto.-Quiero volver a mi casa, con mi madre, desearía no haber venido nunca a Forks.

Prefería vivir con mi tía en California, pero... No podía irme sin mi padre, y tampoco dejar a Daniel. Me sentía tan estancada...

Me eché hacia atrás, retomando la postura de antes de reaccionar a su sueño y noté cómo algo me atravesaba el pecho al verle y escucharle llorar.
Di un paso hacia atrás, hacia la ventana y agaché la cabeza.
No diría nada más. Abrí la ventana y me asomé por ella para comprobar que no había nadie por la zona. Me senté en la repisa de la misma, mirando una última vez a Genevieve.

- Que te mejores... -Musité demasiado bajo y me dejé caer hacia atrás. Caí de pie y luego corrí hacia el bosque, con intenciones de irme lejos, muy lejos durante todo el tiempo que pudiese.

-¡Espera!-exclamé inclinándome hacia la ventana.

-¿A quién le dices eso, hija?-me quedé petrificada, habían avisado ya a mi padre.

-Cre-creo que he tenido una pesadilla.-se acercó a mí y me acarició la cabeza.-Quiero volver a casa, papá. Quiero que mamá vuelva...-sollocé. El me abrazó y yo lloré en su pecho.