Así que esto es Forks... (Libre)

- Wow... -Dije, boquiabierta. Me gustaría ver eso algún día, pero mejor no pedírselo, podría montarse un buen follón.- A que adivino... -La reté, señalándola con la mano izquierda y entrecerrando los ojos.- Vuestra debilidad es el fuego. -Al fin todas las películas de vampiros que había visto iban a servir de algo, aunque en ellas solo se hablase de su casi indestrucción.

- Mmmm... Una chica lista... - dije sonriendo- Si, la única manera de matarnos es descuartizarnos y quemarnos...- Un escalofrío me recorrió la columna al decir eso- Pero es difícl encontrar algo con los que poder cortarnos ¿sabes?

- Lo imaginaba. -Mostré una cara de pena absoluta y visiblemente fingida.- ¡Vaya! Y yo que ya estaba pensando en la forma de poder acabar contigo... -Luego me reí.- Está bien que seáis casi indestructibles, así podéis vivir para siempre, o al menos mucho más que los humanos. -Sonreí y luego recordé lo más importante.- ¡Oh claro! ¿Cuándo comenzaste a ser vampira? -No sabía bien qué nombre ponerle a esa fase: ¿vampirización? ¿Transformación?

- Así que querías acabar conmigo, mm... A partir de ahora tendré que ir con mucho más cuidado y tendré que cubrirme las espaldas- reí - A, por cierto no intentes clavarme una estaca, no funciona y encima podrías hacerte daño con las astillas- reí un poco más- Me transformaron hace unas semanas, por lo tanto aún soy lo que denominan una neófita, lo seré hasta que pase un año desde mi transformación.

- Creo que conseguirías anticiparte ante cualquier tipo de ataque que te hiciese una insignificante humana. -Reí con ella y después la escuché. Vaya, entonces las películas de vampiros habían sido una maldita pérdida de tiempo.

- ¿Cuánto tiempo serás una neófita? Y... ¿cómo fue tu transformación? -Luego me avergoncé de mi curiosidad, a veces me lanzaba a hablar como una posesa.

Raí con ganas una rato hasta que se me pasó el ataque- ¡Por fin he encontrado a alguien tan cotilla como yo!- dije riendo más. Yo siempre tendía a hablar más de la cuenta, había gente que lo encontraba simpático y gente que lo encotraba insoportable. Cuando me calmé respondí a sus preguntas - Seré una neófita hasta un año o dos después de mi transformación. La otra pregunta no te la pudo responder con detalles porque estaba un poco borracha cuando ocurrió, el vampiro me mordió y yo estuve durmiendo 3 días... Solo recuerdo que era muy doloroso.

Me sonrojé cuando empezó a reírse y me contraje un poco sobre mí misma, pero no pude evitar sonreír. Al menos no era la única cotilla, ella misma había dicho que ella también lo era, así que no me sentó mal y eso me aliviaba para no sentirme mal en las siguientes preguntas que la iba a hacer.

- Entonces... ¿la transformación duele? ¿Por el mordisco o por qué?

- Creo que es por el veneno que te meten en la sangre, el mordisco no lo recuerdo, solo recuerdo la sensación de tener fuego en las venas...- me estremecí - Pero después se acabó y ahora me siento perfectamente, aún mejor que cuado era humana porque ahora ya no me canso ni enfermo.

- Vaya... -Me estremecí al mismo tiempo que ella lo hizo.- ¿Tres días de dolor intenso? Antes preferiría morirme... -Contraje los labios.- ¿Cómo te diste cuenta que eres vampira? -Porque desde luego yo no lo sabría, o eso suponía. Pensaría que estaría enferma por parecerme apetecible un humano. Bueno, más que un humano, la sangre de ese humano.

- Si... La verdad es que mientras me pasaba quería morir, pero me di cuenta de que dejar de respirar no servía de nada - hize una mueca y pasé a responderle la siguiente pregunta - No me di cuenta, huí de casa porque pensaba que estaba loca y un vampiro me encontró en Forks y me lo contó, al principio creí que era una bola pero todo encajaba demasiado bien.

- ¿Te escapaste de casa? -Dije con sorpresa.- ¿Y tus padres? ¿No estarán preocupados?


(Perdón por el mini-post, es que me tengo que ir a estudiar n_nU)

- Les dejé una nota diciendo que estaba bien, que no me buscaran y que cuando estuviera en condiciones volvería para hablar con ellos... - mire hacia el suelo, me sentía mal - Se que no está muy bien pero es lo que tenía que hacer. No podía ponerlos en peligro.

(No pasa nada, te comprendo... =P)

Miré con tristeza a Kate. En cierto modo sabía cómo se sentía, a una nunca le sienta bien mentir a los padres cuando se trata de algo de lo que no puedes decir, o al menos yo lo interpretaba de esa manera.
Si tuviese que hacer lo mismo con Annie y Karen, nuestra madre, me sentiría tan mal como se sentía Kate.

Me acerqué a ella, tras vacilar un paso, y la abracé con cuidado para no rozarme con la herida para que no sangrase de nuevo.

- Oh, Kate... -Dije, apenada.- Lo siento mucho...

Cuando se acercó me puse tensa, no quería atacarla, pero cuando me abrazó me tranquilicé y apoyé la cabeza en su hombro, también la abracé. En cierto modo era más fácil estar cerca de ella ahora que la veía como una amiga, no es que antes la viera como un trozo de carne con patas pero ahora me importaba más lo que pudiera pasarle.

- Gracias Lynn... -susurré- Gracias por ser tan buena conmigo...

Sonreí y negué con la cabeza, aún abrazada a ella.

- No tienes por qué agradecérmelo. -Dije y luego me separé un poco, aún sonriendo. No sabía qué decir en ese momento, por lo que opté por quedarme en silencio antes de empezar a soltar cosas sin sentido.

Cogí el colgante que siempre llebaba, un pequeño corazón de plata con cristalitos enganchados entre filigranas. Recordaba perfectamente donde me lo había comprado, fue un día de verano en un mercado artesano, mi abuela me pilló mirandolo... Al dia siguiente cuando me desperté estaba en mi mesita de noche.
En teoría era uno de esos collares que si lo llevabas a un joyero podías partirlo para darle la otra mitad a una persona especial, pero yo no necesitaba un joyero.
Con mucho cuidado fuí partiendolo por la línea que marcaba el dibujo, hasta que me quedé con dos piezas perfectamente cortadas... Siempre se me habían dado bien los trabajos de precisión.

- Toma - dije mientras le ofrecía una parte a Lynn - Quiero que la tengas tu.

Observé cómo Kate se disponía a partir el colgante que ella llevaba en el cuello y en mi cara se mostró sorpresa.

- ¡No...! -Quise impedirle que lo hiciera, pero ya era demasiado tarde, ya lo había roto y seguía haciéndolo hasta dejarlo perfectamente simétrico a la otra pieza. Me entregó una de ellas y la cogí.- Gracias, Kate, pero... no tenías por qué dármelo... seguro que es muy caro...

- Que va a ser caro... Además si yo quiero dartelo te lo doi y punto - Hize un puchero con los labios. Mi família era muy rica y el colgante no era ni de lejos de los más caros que tenía- Mi abuela me dijo que se lo diera a alguien especial, así que te lo quiero dar a ti. Y te aviso, soy la persona más testaruda del mundo - dicho esto enarqué una ceja, como diciendo: A ver si te atreves a contradecirme.

No me atreví a seguir diciéndola que no, sobre todo después de estudiar la expresión que había puesto, que me causaba un poco de "miedo" y gracia a la vez.

- Está bien, tú ganas. -Suspiré.- Pero voy a tener que dejarlo en un estuche en mi casa, me da miedo que se caiga, se me rompa o algo cuando vaya por la calle. -Además de que no me gustaba llevar collares ni nada, pero no quería hacerle ese feo. Agracedía que quisiese compartir aquel colgante conmigo, nunca nadie había hecho eso conmigo. Bueno, sí, pero eso era una larga historia...

- De acuerdo - dije más contenta- La verdad es que es el único collar que llevo, porque tiene un gran valor sentimental... No me gusta llevar muchas joyas, solo los 3 pendientes que tengo y alguna vez una pulsera... Pero en general me molestan.- le conté.

Alcé las cejas con sorpresa.

- ¿De verdad? -Dije, contenta, y añadí.- ¡Vaya, no soy la única! -Reí y preferí contarle a Kate a lo que me refería, para que lo entendiese.- Verás, mi hermana siempre me dice que soy la única chica que ha visto que no le gustan las joyas. -Puse mi pelo detrás de las orejas.- Como ves, los agujeros que me hicieron de pequeña han cicatrizado por completo. -Le enseñé las manos.- Ni una pulsera, ni un anillo. Solo suelo llevar muñequeras. -El único anillo que pude llegar a llevar fue uno que me dio mi ex más reciente, con el que duré dos años.

- Yo si llevo pendienteas ¿ves?... - le dije mientras le enseñaba las orejas, en la izquierda llevaba un pendiente y en la derecha dos- El tercer agujero me lo hice al cumplir los trece - Así que a Lynn no le gustaban las joias...- A mi no es que no me gusten... Antes, ademá de los pensientes, siempre llevaba un anillo y deiversas pulseras, pero me cansé... Así que ahora suelo llevar pocas joyas, excepto en las fisestas.

- ¿Con trece años? Vaya... -Alcé las cejas. Bueno, en realidad debería estar acostumbrada, ya que Annie era la mujer de los mil pendientes, cuando tenía 16 años ella se hacía pendientes día sí y día también.- ¿Cómo es que dejaste de llevar joyas?

- A ver... Las pulseras dejé de llevarlas porque hacian mucho ruido cuando escribía en clase y me ponían nerviosa- le conté pensativa porque me costaba recordar cosas de mi vida humana- Y el anillo porque me lo había regalado mi ex... Cuando cortamos se li tieré en toda la cara...- dije riendo,

Asentí con la cabeza a lo primero. Sí, las malditas pulseras, todo el día haciendo ruido. Odiaba cuando estaba en clase haciendo un exámen, intentando concentrarme, y sonaban las pulseras de mis compañeras... ¡ahg!

- Espera, espera... -Alcé los brazos como un policía, resintiéndome un poco de la herida.- ¿Un anillo que te regaló tu ex?