Llegada a casa.

Llegué a casa después de un largo día de paseo por la playa y el bosque.Empezaba a gustarme aquel lugar,aunque había gente muy rara y todo eso de la existencia de vampiros y licántropos era bastante...irreal.Yo quería creerme que todo era cierto,pero me resultaba difícil pensar que vivía en un mundo donde los seres mitológicos convivían con los humanos,y no precisamente en armonía.
Dejé el bolso en la mesa del salón y me dejé caer en el sofá,cansada.Perfecto,iba a quedarme dormida allí mismo.Cerré los ojos y me acurruqué sintiendo los pasos de Duck por el piso de arriba.

Ya estaba tan desesperado que no sabía por dónde buscar "comida". Por las calles no transitaba absolutamente nadie y no me apetecía salir fuera de Forks.
Me decidí por hacer el payaso un rato y me puse a llamar a los timbres de las casas, pero nadie contestaba.
Llamé a una última casa, en la que en el buzón ponía Doyle, y esperé a que me abriesen o preguntasen quién era.

Alguien llamó a mi puerta y me quitó el sueño.Qué simpáticos...Dudé si coger la escoba para ahuyentar a quien fuera,pero deseché la idea.No quería manchar mi reputación tan pronto.Me acerqué arrastrando los pies a la puerta y la abrí despacio.Había un chico en el portal.Ni siquiera le saludé porque le reconocí inmediatamente.Era el psicópata de Seattle.

- Lárgate. -le espeté con acento gélido.

Le dirijí una mirada de odio,cerré la puerta y eché a correr a la planta superior para alejarme de él.

Iba a hablar cuando me abrió y cuando reconocí a la chica rubia de Seattle. ¡Qué suerte había tenido!
Me asomé por una ventana que había en la casa por la parte del piso de arriba y llamé a esa ventana para que volviese a hacerme caso.

- ¿¡Truco o trato, monada!?

La gente que pasaba por la calle comenzó a mirarme raro, pero me daba igual.

Me asomé por el balcón de arriba al oír su pregunta.

- Vete a la mierda,loco de las narices. -le espeté.- Y no vuelvas.
Entré en la habitación,estresada.¿Cuánto tardaría él en encontrar una forma de entrar a la casa?¿5 segundos?¿Qué podía hacer yo?No conocía a nadie por allí,no tenía el teléfono de las únicas personas que tenían posibilidad de ayudarme...Me senté en la cama,desesperada,y ordené a Duck que se escondiera bajo ella.

Trepé como una cucaracha por la casa de la chica hasta llegar al balcón por el que ella se había asomado para mandarme a la mierda.

- ¿Truco o trato? -Pregunté de nuevo, fingiendo tristeza.

Odiaba La Push, olía a chucho canuto que echaba para atrás.

Gruñí al verlo en el balcón.Menos mal que lo había cerrado.¿Había alguna forma de librarse de los vampiros violadores y psicópatas? Porque si había alguna,yo deseaba conocerla.Y pronto.
Me acurruqué en el rincón de la cama más apartado del balcón y le miré con frialdad desde allí.

- Que te vayas,he dicho. -protesté.

Mi voz volvió a delatar mi miedo.

Me acerqué a las puertas del balcón, que eran de cristal y comencé a aporrearlo como un poseso.

- ¿¡Truco o tratoooo!? -El cristal no pudo soportar la fuerza y la dureza de mi piel y se rompió en cachitos. Miré al suelo, hacia los cristales rotos, y después a la humana, con cara de circunstancia.- ... Ops.

Me dispuse a salir corriendo una vez más en cuanto el primer trozo de cristal tocó el suelo.Pero en el fondo sabía que sería inútil huir de él,siempre iba a alcanzarme,me escondiera donde me escondiera.Le miré con desprecio y me abracé las piernas.

- ¿Qué es lo que quieres? -inquirí,cortante.

Deseaba que no se diera cuenta de que mi perro estaba debajo de la cama,y que Duck no fuera tan tonto como para delatar su presencia.

En los pensamientos de la chica pude definir que había un perro en la habitación y que ella deseaba que no le hiciese nada. Podía respirar tranquila, no me interesaba la sangre de un perro. Antes suicidarme que probar la sangre de un animal.

- ¿Que qué quiero? -Dije mientras pasaba dentro de la habitación a paso lento.- Eso lo sabes de sobra...

Apoyé la espalda contra el cabecero de la cama y me abracé las piernas con más fuerza.

- Vete de aquí...por favor. -susurré.

Cada paso que se acercaba a mí tenía más miedo. Aún recordaba nuestro último encuentro,y no había sido bueno precisamente...

La chica sabía contenerse, más o menos. Al exterior no aparentaba estar asustada, al contrario, parecía plantarme cara, pero por sus pensamientos revoloteaban las imágenes de la noche en Seattle, cuando me encontré con ella, ya además delataban que estaba asustada. Sonreí.

- ¿Y qué pasará si no me voy?

Le miré con el terror bailando en los ojos. Era inútil acurrucarse en la cama,él no dejaba de acercarse y tarde o temprano llegaría. Solté mis piernas y salí del colchón. Me acerqué con pasos vacilantes hacia él y acudí a su encuentro. Mis ojos encontraron los suyos y respiré hondo.

- ¿Por qué me haces esto? ¿Qué es lo que quieres de mí?-susurré.

Me mantuve cerca,pero sentía que mis piernas querían ponerse a temblar y no pude evitar morderme el labio inferior con fuerza.

- ¿No es obvio? -Sonreí de lado y me incliné hacia ella hasta que mi boca quedó cerca de su oído para comenzar a susurrar.- Quiero tu sangre... -Inspiré profundamente por la nariz, cerrando los ojos durante unos segundos.

Mi primer impulso fue el de apartarme,pero en vez de eso le miré con cara de repulsión y me puse de puntillas para hablarle en el oído tal y cómo había hecho él.

- ¿Y si te digo que vas a tener que aguantarte? -murmuré.

Volví a mirarle a los ojos y esbocé una sonrisa. De acuerdo,me estaba volviendo loca. ¿Pero qué importaba ya? Él estaba en mi casa,podía hacer lo que le viniera en gana conmigo,yo no podía huir y probablemente moriría en esa misma habitación.si es que no se le ocurría secuestrarme y torturarme en mi propia casa. Si ya todo estaba perdido,¿qué más daba volverse loca de remate?

Esa humana me hacía gracia. Intentaba morir con el orgullo alto, pero ella no sabía que el orgullo a mí me la sudaba bastante.

- ¿Y si te digo que... -Sonreí de nuevo, mostrando los dientes del maxilar superior.- la que se va a aguantar eres tú?

Suspiré y retrocedí unos pasos al ver sus dientes. Qué tipo más violento... Iba a responderle algo con intenciones de ofenderle,pero me lo pensé mejor y de pronto le escupí en la cara. Por idiota. Todo ocurrió en mi mente en apenas dos segundos. Mi única oportunidad era el fuego. Había leído que eso podía dañar a los vampiros. Sin darle tiempo a reaccionar eché a correr fuera de la habitación y me lancé escaleras abajo. Debía llegar a la cocina y encontrar el mechero.

Comencé a reírme por la reacción ridícula de la humana y me quité el escupitajo de la cara sin sentirme ofendido en absoluto. ¡Qué original era la chica!... En un sentido irónico, claro.
Echó a correr fuera de la habitación y "escuché" que estaba buscando un mechero. Corrí a una velocidad suficientemente rápida como para encontrar antes que ella los mecheros de la casa. Aparecí en la cocina ante la mirada de la chica, con una sonrisa burlona en la cara y con los mecheros entre los dedos de mi mano izquierda, ya que con el codo derecho estaba apoyándome en la encimera de la cocina.

- ¿Buscabas esto, monada? -Inquirí de forma insinuante y con las cejas alzadas.

No supe cómo lo había hecho,pero estaba antes que yo en la cocina y tenía mis mecheros. Suspiré y le fulminé con la mirada. ¿Habría alguna forma de librarse de aquel tipo tan molesto?

- Vaya idiota... -musité.

Me giré y corrí hacia el teléfono. Tal vez aún no era tarde para pedir ayuda...

Amé la cara de frustración que puso la humana al verme con unas de sus pocas salvaciones en mis manos y la observé cuando fue a por el teléfono. Junté los mecheros en la mano izquierda y los hice puré en un segundoal apretarlos contra mi piel marmórea.
Anduve a paso normal hasta ella y el teléfono y mantuve el botón de colgar, de forma que no podía llamar si no apartaba el dedo. (Ahora el teléfono es fijo, porque yo lo valgo (?)).
No dije nada, solo volví a sonreír, esta vez con complicidad.

Volví a suspirar.Me estaba hartando y lo peor es que no sabía cómo podía hacerle daño.Intenté apartar su mano y a la vez a él a base de empujones,pero era imposible.Me encogí de hombros y me dirigí al salón.Una vez allí cogí mi teléfono móvil,que estaba en carga,y comencé a marcar un número rápidamente.

Esta vez no hice nada, solo me quedé de brazos cruzados y apoyando mi peso en una pierna mientras veía cómo marcaba un número rápidamente, pero con la significativa torpeza humana.

- ¿A quién llamas? -Pregunté, aunque en realidad no estaba interesado.

Le fulminé con la mirada y busqué un nombre en la agenda.Qué bien,no había guardado el número de Christine ni de Thomas ni de ninguna otra persona que pudiera ayudarme.Y no iba a llamar a la policía ni a más humanos que pudieran morir por mi culpa.Tiré el móvil al otro lado de la habitación y me senté en el sofá con un bufido.

- A nadie. -gruñí.

Apoyé la cabeza en el respaldo del sofá y le miré en silencio.

Sonreí aún más, satisfecho por estar haciéndoselo pasar mal y me aproximé rápidamente hacia el sofá en el que se había sentado.
Puse mis manos sobre uno de los cojines que había en posición vertical, acorralando la cabeza de la humana con mis dos extremidades y aproximé mi cara a la suya.

- ¿Y ahora qué piensas hacer, rubia?

Se me cortó la respiración cuando puso sus dos manos a los lados y acercó la cara.

- Ah...¿es que puedo hacer algo? -pregunté.- ¿Qué propones?

Sostuve su mirada con reproche y un deje de miedo al fondo de mis ojos.Luego intenté apretarme contra el respaldo del sofá lo máximo posible para evitar que me rozara siquiera.