Buscando a Alexander

Me acerqué un par de pasos hacia ella, dubitativo.

- Cuando... una persona quiere a otra teme por su seguridad. -Expliqué.- Por mucho que yo sea un vampiro no quiero hacerte daño, porque tu sufrimiento no me complace. Al contrario, me carga de ira, e incluso sufro yo también.

Sincerarme no me iba bien... me estrangulaba.

Me dejé caer al suelo de cualquier manera, con las piernas torcidas y el hombro izquierdo apoyado en el árbol. Con dificultad lo miré por encima de mi hombro, estaba más cerca.

-Ahora... También estoy sufriendo.-dije y volví a girar la cabeza hacia delante, para mirar el suelo y luego cerrar los ojos.-Si no puedo estar a tu lado, sufro, como estas semanas... No he querido ver a nadie... Sólo quería verte a ti.

Me mantuve de pie, sin mover un músculo, solo la boca para poder hablar.

- Sufrirás más si permaneces a mi lado, Genevieve. No sentimentalmente, pero fisicamente sí. -Recapacité.- Conocerás a un hombre humano algún día y te olvidarás de mí. Eso sería lo justo. Y seguramente él te ofrezca más felicidad que este chupasangres.

Tampoco quería convertirme en vampiro, la eternidad debía ser muy aburrida, mucho para que él se divirtiera de aquella forma tan... Sádica. Suspiré y luego me levanté de forma ágil. Era torpe, pero enérgica. Me giré hacia él y lo miré a los ojos otra vez. Ahora sí sentía el líquido rojo caer por mi barbilla y escurrirse por mi cuello.

Seguramente no lo iba a volver nunca más, por lo que el impulso ni pude ni quise evitarlo. Me puse de puntillas para llegar hasta su cara y lo besé, de forma inexperta porque no sabía hacerlo, pero con el mayor cariño que pude transmitir.

La sangre de Genevieve no paraba de salir y cuando se giró hacia mí pude observar que le descendía de la boca al cuello. Eso hubiese sido muy provocativo si no estuviese alimentado, por lo que me sentí un poco más seguro de mí mismo al ver que no me causaba una sensación muy fuerte.

Genevieve me besó, y no hice nada por evitarlo, al contrario, llevé mis manos a sus mejillas y le correspondí el beso con cuidado, intentando no herirla de nuevo y teniendo cuidado cada vez que su sangre entraba en mi boca por el contacto de nuestros labios.
Paré de besarla para mirarle a los ojos escasos segundos y luego acerqué mi boca a su oído.

- Lo siento... -Susurré y desaparecí de allí al instante. Su vida sería más segura, y en el futuro sería más feliz ahora que intentaría evitar verla de nuevo.

Me correspondió al beso colocando sus manos en mis mejillas y noté su delicadeza. Me gustó, sus labios y sus manos frías, era muy agradable. Después se separó de mí y me miró a los ojos. Luego me susurró al oído y, al segundo después, ya no estaba.

Me derrumbé de nuevo y me quedé tirada en el suelo mientras mis lágrimas asomaban por mis ojos y mi llanto llenaba el bosque.